Rana salió
la princesita:
falda, tacón
y unas braguitas
de quita y pon.
Rubia de bote,
sin corazón,
y en el escote,
la ermita del deseo,
donde se arrodillan los ateos.
No era mujer
para un poeta.
La liquidéz,
era su meta.
Mi sex-appeal
cayó en picado
cuando me vi
hipotecado
y en mitad de un blues
me plantó la princesita azul.
Luego volví
donde el olvido,
que es un país
tan aburrido...
Terca pasión,
dulce tormento,
yo, tan mayor
y no escarmiento.
En mitad de un blues
me plantó la princesita azul.
Se me dormía
con la Novena;
no digería
"La Magdalena"
de Marcel Proust.
Si me pillaba
cantando un blues,
me regañaba;
pero, en un colchón,
mejoraba mi mejor canción.
Luego volví
donde el olvido,
Mi único amor
correspondido
Terca pasión,
dulce el tormento,
yo, tan mayor
y no escarmiento.
En mitad de un blues
me plantó la princesita azul.
domingo, 20 de julio de 2008
Para.... no importa para quien, del maestro Sabina
Segunos con Sabina
Un día
Los enanos se rebelarán
Contra Gulliver.
Todos los hombres de corazón diminuto
Armados con palos y con hoces
Asaltarán al único gigante
Con sus pequeños rencores, con su bilis,
Con su rabia de enanos afeitados y miopes.
Pobre de tí, Gulliver, pobre de tí,
El día que todos los enanos
Unan sus herramientas y su odio,
Sus costumbres, sus vicios, sus carteras,
Sus horarios. no podrán, no podrán,
No podrán perdonarte que seas alto.
Para ellos la generosidad no es más que un lujo que no pueden pagarse,
Viven alimentados por la envidia que los habita en forma de costumbre.
Míralos revolverse recelosos tras sus gafas de concha.
Te acusarán, te acusarán, te acusarán:
De ser el tuerto en el país de los ciegos,
De ser quien habla en el país de los mudos,
De ser el loco en el país de los cuerdos,
De andar en el país de los cansados,
De ser sabio en el país de los necios,
De ser el malo en el país de los buenos,
De divertirte en el país de los serios,
De estar libre en el país de los presos,
De estar vivo en el país de los muertos
De ser gigante en el país de los enanos (MALDITOS ENANOS)
De ser la voz que clama en el desierto,
Los enanos se rebelarán
Contra Gulliver.
Todos los hombres de corazón diminuto
Armados con palos y con hoces
Asaltarán al único gigante
Con sus pequeños rencores, con su bilis,
Con su rabia de enanos afeitados y miopes.
Pobre de tí, Gulliver, pobre de tí,
El día que todos los enanos
Unan sus herramientas y su odio,
Sus costumbres, sus vicios, sus carteras,
Sus horarios. no podrán, no podrán,
No podrán perdonarte que seas alto.
Para ellos la generosidad no es más que un lujo que no pueden pagarse,
Viven alimentados por la envidia que los habita en forma de costumbre.
Míralos revolverse recelosos tras sus gafas de concha.
Te acusarán, te acusarán, te acusarán:
De ser el tuerto en el país de los ciegos,
De ser quien habla en el país de los mudos,
De ser el loco en el país de los cuerdos,
De andar en el país de los cansados,
De ser sabio en el país de los necios,
De ser el malo en el país de los buenos,
De divertirte en el país de los serios,
De estar libre en el país de los presos,
De estar vivo en el país de los muertos
De ser gigante en el país de los enanos (MALDITOS ENANOS)
De ser la voz que clama en el desierto,
Letras de un maestro, para leer y pensar, Joaquin Sabina
Benditas sean las raras excepciones,
los moratones de los vulnerables,
los labios que aprovechan los rincones,
más olvidados, más inolvidables,
benditos sean, benditos sean.
Los santos milagrosos, los gordos cariñosos,
los locos que se creen Napoleones,
las pálidas lesbianas, los dulces maricones,
los mocos de la gente con ventanas,
los tuertos que no quieren ver visiones,
los muertos que se mueren con las ganas.
Benditos sean los ceros a la izquierda,
los que nacieron en ningún lugar,
los de viva Zapata manque pierda,
las damas que se llaman Soledad,
El sable del sablista, la caries del dentista,
los buenos aires, los malos maridos,
las drogas veniales, la sopa del cocido,
los listos que parecen subnormales,
los que pudieron ser y no han querido,
los descendientes de los animales.
Malditos sean los justos, los sumisos,
los que tiran penaltis de cabeza,
los que para mear piden permiso,
los súbditos del dios de la certeza,
los que adornan las notas de sus hijos,
los probos ciudadanos, los niñatos,
los que follan con red y a plazo fijo,
los canallas que nunca han roto un plato.
Maldita sea la voz de la experiencia
que casi se equivoca a media suma,
la pipa de la paz con la conciencia,
los “oiga, que en mi taxi no se fuma”,
los que se mojan poco cuando llueve,
los que sonríen en las fotografías,
los que progresan porque no se mueven,
los de la escandalosa mayoría,
malditos sean, malditos sean.
Benditos sean las rubias calentonas
que se emocionan por pasar el rato,
las tímidas que salen respondonas,
la mancha en la bragueta del beato,
benditos sean, benditos sean
los farias con saliva, los gallos de las divas,
los callos de las piernas de las cojas,
las amapolas rojas, la abuela en San Fermines,
los récords que no salen en los Guiness,
los cínicos que lloran en los cines,
los trévoles de tres o cuatro hojas,
las enfermeras que suben la fiebre,
las tetas de pezón hospitalario,
los gatos que de no dan gato por liebre,
los misterios gozosos del rosario,
la novia del torero, los bronquios del torero,
los tristes que se rien de la tristeza,
los ricos sin dinero, los vagos con pereza,
los últimos que llegan los primeros,
los calvos que se quitan el sombrero
ante la dignidad y la belleza.
Malditos sean los tontos con medallas,
los hijos de mamita, los chivatos,
los candidatos (cierra la muralla),
la letra pequeñita del contrato,
los alcahuetes del polvete ajeno,
la diabetes, el sida, los piojos,
los sorbetes de bilis con veneno,
los que aplauden al príncipe de hinojos,
los cuentos de las cuentas al contado
los tipos de interés, los finiquitos,
los que jubilan a los jubilados,
los talibanes del último grito,
los que se pasan nunca de la ralla,
los mamporreos de la simetría,
los que exhiben el móvil en la playa,
los que hacen tratos con la policía,
malditos sean, malditos sean.
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